
PFOA (Ácido Perfluorooctanoico): El compuesto tóxico que dura décadas
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El PFOA (Ácido Perfluorooctanoico) es uno de los contaminantes ambientales más discutidos en el mundo de los disruptores endocrinos por su capacidad para interferir en hormonas y causar efectos adversos a la salud. En este artículo se explora qué es, dónde se encuentra, su impacto en la salud y cómo evitar exponerse.
≡ Tabla de contenidos
¿Qué es el PFOA?
PFOA (ácido perfluorooctanoico) pertenece al grupo de los PFAS (sustancias perfluoroalquiladas), conocidos como "químicos eternos" debido a su alta persistencia en el ambiente y el cuerpo humano. Se utiliza principalmente en la fabricación de productos que repelen agua, grasa y manchas, como tejidos y utensilios de cocina.
Fuentes y lugares donde se encuentra el PFOA
El PFOA está presente en múltiples espacios y productos cotidianos:
- Agua potable: Zonas cercanas a industrias, donde fábricas, aeropuertos o bases militares han usado PFOA, pueden sufrir contaminación de agua.
- Alimentos: Carnes, lácteos y vegetales próximos a áreas de contaminación industrial presentan niveles elevados.
- Polvo doméstico: Alfombras, tapizados, y muebles tratados con repelentes químicos pueden liberar PFOA que se deposita en el polvo.
- Utensilios de cocina: Ollas y sartenes antiadherentes (especialmente antiguas o de importación dudosa) liberan PFOA a los alimentos.
- Embalaje de alimentos: Papeles y cartones resistentes a grasa, como bolsas de palomitas o cajas de pizza.
- Productos de cuidado personal: Algunos cosméticos y productos de higiene contienen PFAS, aunque las regulaciones lo han ido limitando.
- Suelo y aire: Puede encontrarse en lugares donde se ha utilizado espuma antiincendios o donde hay vertidos industriales.
- Sitios específicos: Comunidades cerca de fábricas textiles, plantas de teflón y empresas químicas tienen mayores niveles de exposición.
¿Cómo nos exponemos al PFOA?
La exposición al PFOA ocurre principalmente a través de la ingesta, inhalación y, en menor medida, contacto cutáneo. La acumulación de esta sustancia se relaciona con la frecuencia, edad y cantidad de exposición, afectando más a niños y poblaciones vulnerables.
- Ingesta de agua y alimentos contaminados: Es la forma más relevante y común.
- Inhalación de polvo o aire: En ambientes interiores contaminados.
- Transmisión placentaria y lactancia materna: Las embarazadas pueden transmitir el compuesto al feto o bebé.
- Consumo de productos tratados o procesados.
¿Qué efectos tiene el PFOA en la salud?
El ácido perfluorooctanoico (PFOA) es uno de los compuestos más estudiados dentro de los PFAS debido a sus efectos nocivos en la salud humana.
Alteraciones hormonales y tiroideas
Uno de los principales mecanismos descritos es la alteración en la producción y distribución de hormonas sexuales, como estrógenos y andrógenos, lo que puede derivar en problemas reproductivos tanto en hombres como en mujeres. Además, el PFOA activa receptores nucleares como el PPARα, involucrados en el metabolismo y la diferenciación celular, lo que altera el equilibrio natural de múltiples funciones biológicas.
Otro aspecto relevante es su impacto sobre la función tiroidea. El PFOA puede modificar la producción de hormonas tiroideas, esenciales para el desarrollo fetal y la salud infantil, incrementando el riesgo de complicaciones durante el embarazo. También se ha observado su influencia en la regulación de la vitamina D, lo que afecta al crecimiento óseo y a la capacidad del sistema inmunitario para responder frente a infecciones.
Enfermedades asociadas y riesgos
En cuanto a enfermedades y riesgos asociados, los estudios epidemiológicos muestran una clara relación entre niveles elevados de PFOA en sangre y un aumento del colesterol total, así como alteraciones en el perfil lipídico, lo que incrementa el riesgo cardiovascular. Del mismo modo, se ha identificado un mayor riesgo de alteraciones tiroideas, especialmente en mujeres embarazadas, y una posible relación con el desarrollo de cánceres en órganos digestivos, endocrinos y reproductivos.
El sistema inmunitario también se ve comprometido: existen evidencias de que la exposición prolongada al PFOA puede reducir la eficacia de las vacunas y aumentar la prevalencia de enfermedades autoinmunes. A esto se suman los efectos sobre la fertilidad y el desarrollo embrionario, con repercusiones directas en los ovarios y testículos que afectan la capacidad reproductiva. Además, la exposición continua se ha vinculado con alteraciones en el metabolismo de la glucosa, mayor riesgo de obesidad y resistencia a la insulina.
Si bien no todos los estudios han logrado establecer una causalidad absoluta entre cada efecto y la exposición al PFOA, sí existe un consenso científico sobre el riesgo acumulativo que supone este compuesto. Su capacidad para bioacumularse en el organismo y permanecer durante largos periodos de tiempo convierte al PFOA en una amenaza silenciosa que refuerza la necesidad de limitar al máximo la exposición diaria.
Regulación y situación actual
Las agencias internacionales como la EPA (Agencia de Protección Ambiental de EE. UU.) y la OMS han declarado el PFOA como sustancia de preocupación y han puesto límites en agua potable y alimentos. Muchos países han prohibido o restringido su uso, especialmente en productos de consumo masivo.
- En la Unión Europea, el PFOA está listado como sustancia peligrosa y su uso está prohibido en muchas aplicaciones.
- Las nuevas normativas exigen etiquetado sobre la presencia de PFAS y fomentan alternativas libres de estos químicos.
Recomendaciones para evitar la exposición al PFOA
- Evitar utensilios antiadherentes, más aún si estos son antiguos o están dañados, expulsarán más sustancias tóxicas.
- Preferir productos textiles libres de PFAS o especificados como "sin PFOA"
- Utilizar filtros de agua, como la osmosis inversa o el carbón activado.
- Consumir alimentos orgánicos y locales, alejados de áreas industriales
- Revisar la composición de cosméticos y productos de higiene personal, priorizando siempre los ecológicos y naturales.
- Limitar el uso de alimentos envasados en papel plástico resistente a grasas, el papelcon el que envuelven los productos en las carnicerías o pescaderías , es un claro ejemplo.
Conclusión
El PFOA es uno de los disruptores endocrinos más persistentes y ubicuos del entorno cotidiano. Su capacidad para alterar hormonas, afectar el metabolismo y el desarrollo lo convierte en un peligro para la salud pública, especialmente para los grupos vulnerables. Limitar la exposición y optar por productos certificados como libres de PFAS es fundamental, así como exigir mayores regulaciones y seguimiento científico.
Dudas relacionadas sobre el PFOA
➕ ¿Se puede eliminar el PFOA del cuerpo?
El PFOA es una sustancia de los PFAS conocida por su capacidad de bioacumularse en el organismo durante años. El cuerpo humano no lo elimina fácilmente, y los estudios sugieren que puede permanecer en sangre y tejidos durante décadas. Beber agua limpia, mantener una dieta equilibrada y reducir al máximo la exposición son las únicas medidas prácticas. No existen tratamientos médicos específicos para eliminarlo. La mejor estrategia sigue siendo la prevención.
➕ ¿Qué diferencia hay entre PFOA y PFOS?
Tanto el PFOA como el PFOS son compuestos de la familia de los PFAS, pero presentan diferencias clave. El PFOA se utilizó principalmente en la fabricación de teflón y recubrimientos antiadherentes, mientras que el PFOS se aplicó sobre todo en espumas contra incendios y textiles repelentes al agua. Ambos son extremadamente persistentes en el medio ambiente y en el cuerpo humano. Aunque han sido restringidos o prohibidos en muchos países, aún se detectan en agua, suelo y alimentos.
➕ ¿Qué productos sustituyen al PFOA?
Tras las restricciones internacionales, la industria ha buscado alternativas al PFOA en los recubrimientos antiadherentes y procesos industriales. Entre ellas se encuentran otros fluoropolímeros y compuestos como el GenX, que prometen menor persistencia pero también generan dudas sobre su seguridad. Además, cada vez más marcas optan por materiales como el acero inoxidable, el hierro fundido o la cerámica, que son opciones seguras y libres de tóxicos. Los consumidores buscan cada vez más productos sin PFAS para proteger su salud y el medio ambiente.