spátulas de plástico de cocina de color azul en un cajón

Bisfenol A (BPA): Qué es, cómo afecta tu salud y como evitarlo

Durante décadas, el Bisfenol A, más conocido como BPA, ha sido un componente omnipresente en los productos que usamos a diario. Desde envases de alimentos hasta botellas de agua, pasando por tickets de compra o recubrimientos de latas, este compuesto químico se ha integrado silenciosamente en nuestra vida cotidiana. Lo preocupante es que, aunque su uso ha sido legal y extendido por años, cada vez más estudios científicos confirman que el BPA no es tan inofensivo como parecía.

En este artículo vamos a explorar qué es exactamente el Bisfenol A, por qué ha generado tanta controversia en el ámbito de la salud pública y cómo puedes protegerte frente a sus posibles efectos. Además, abordaremos el impacto a nivel hormonal, reproductivo y metabólico, además de explicar su vínculo con otras enfermedades crónicas modernas.

¿Qué es el Bisfenol A (BPA)?

El Bisfenol A es un compuesto orgánico sintético que se utiliza principalmente para fabricar plásticos de policarbonato y resinas epoxi. Se desarrolló por primera vez a principios del siglo XX, pero su uso industrial se disparó en la segunda mitad del siglo, cuando se descubrió su capacidad para endurecer plásticos y crear materiales resistentes y transparentes.

¿Dónde se encuentra el Bisfenol A (BPA)?

Los plásticos de policarbonato que contienen BPA se encuentran en una amplia variedad de productos como:

  • Botellas reutilizables
  • Envases para almacenar alimentos
  • Utensilios de cocina
  • Discos compactos
  • Lentes de gafas

Otros productos de uso cotidiano:

  • Botellas de plástico reutilizables (especialmente las que no están marcadas como “BPA-free”)
  • Tapas metálicas de frascos y latas (revestimientos internos de resinas epoxi)
  • Recipientes plásticos (sobre todo los marcados con el código de reciclaje 7)
  • Papeles térmicos (como los recibos de caja registradora)
  • Equipos electrónicos y carcasas de electrodomésticos
  • Biberones y chupetes (en países donde su uso no está prohibido)
  • Tuberías plásticas y sistemas de agua

Lo inquietante de este químico no es únicamente su presencia generalizada, sino su capacidad para migrar de los envases a los alimentos y bebidas, especialmente cuando se someten a calor o degradación con el tiempo. Esto significa que el BPA puede terminar en tu cuerpo cada vez que bebes de una botella plástica antigua o calientas comida en un recipiente de plástico en el microondas.

El problema radica en su presencia ubicuamente invisible: no tiene color, ni sabor, ni olor, y por tanto, la exposición suele ser inadvertida.

¿Cómo entra el BPA en nuestro organismo?

Existen varias vías por las cuales el BPA puede penetrar en el cuerpo humano. La principal es la ingestión: al consumir alimentos o líquidos que han estado en contacto con materiales que contienen BPA, este se transfiere a nuestro sistema digestivo y, de allí, al torrente sanguíneo. Pero no es la única forma.

Otra ruta importante es la absorción dérmica. Un ejemplo habitual son los recibos térmicos que se entregan en tiendas y supermercados. Estos tickets están recubiertos con una capa que contiene BPA y que puede traspasarse a la piel fácilmente, especialmente si no nos lavamos las manos después o si manipulamos alimentos poco después de tocar un recibo.

Finalmente, aunque en menor medida, por inhalación de pequeñas partículas que contengan BPA si estamos en ambientes donde se ha calentado plástico con este componente, como puede ocurrir en cocinas o fábricas.

Efectos del BPA en la salud humana

El principal motivo de preocupación respecto al BPA es su capacidad de actuar como un disruptor endocrino. Esto significa que puede interferir en el funcionamiento normal del sistema hormonal humano, imitando la acción de hormonas naturales, como los estrógenos. Al hacerlo, puede alterar procesos fisiológicos clave, incluso en dosis muy bajas.

Uno de los efectos más estudiados del BPA es su influencia sobre la salud reproductiva. En estudios con animales se ha demostrado que la exposición al BPA puede alterar el desarrollo del aparato reproductor, afectar la calidad del esperma y provocar irregularidades en el ciclo menstrual. En humanos, aunque las evidencias aún están en consolidación, se han encontrado asociaciones entre la exposición crónica a BPA y problemas de fertilidad, tanto en hombres como en mujeres.

Otro ámbito de preocupación es el desarrollo neurológico. Algunos estudios sugieren que el BPA puede tener un efecto adverso sobre el cerebro en etapas clave del desarrollo, como en fetos, lactantes y niños pequeños. Por este motivo, muchos países han restringido el uso de BPA en productos destinados a bebés, como biberones y chupetes.

También existe una creciente preocupación por el vínculo entre el BPA y enfermedades metabólicas como la obesidad y la diabetes tipo 2. El BPA puede alterar la señalización de la insulina y el almacenamiento de grasa corporal, contribuyendo al desequilibrio energético y a la resistencia a la insulina. Esto no significa que el BPA por sí solo cause estas enfermedades, pero puede actuar como un factor agravante, especialmente en combinación con otros elementos del estilo de vida moderno.

En cuanto a la salud cardiovascular, algunas investigaciones han encontrado correlaciones entre niveles elevados de BPA en sangre y un mayor riesgo de hipertensión arterial, alteraciones del ritmo cardíaco y enfermedades cardíacas. Aunque se necesitan más estudios para establecer una relación causal firme, los hallazgos actuales ya son motivo suficiente para plantearse una reducción de la exposición.

¿Qué dicen los estudios científicos?

Numerosos estudios científicos han investigado los efectos del BPA en la salud. Uno de los puntos más debatidos es la dosis.

¿Cuánto BPA se necesita para que sea peligroso?

La respuesta no es sencilla, porque incluso niveles bajos pueden producir efectos si la exposición es prolongada y ocurre durante etapas sensibles del desarrollo, como el embarazo o la infancia.

Un informe de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) revisó miles de estudios y concluyó que el BPA puede tener efectos adversos incluso a niveles de exposición más bajos de lo que se consideraba seguro anteriormente. En 2023, esta misma agencia propuso reducir drásticamente los límites de exposición tolerables, lo que encendió las alarmas entre fabricantes y legisladores.

Otro estudio relevante, publicado en la revista Environmental Health Perspectives, halló que más del 90% de las personas analizadas tenían trazas de BPA en su orina, lo que confirma la ubicuidad de esta sustancia en la vida moderna. Estos hallazgos refuerzan la idea de que evitar por completo el BPA es extremadamente difícil, pero reducir la exposición es posible y beneficioso.

Cómo reducir la exposición al BPA

A pesar de su ubicuidad, sí es posible reducir significativamente la cantidad de BPA que entra en tu cuerpo. La primera recomendación es evitar el uso de plásticos para calentar comida, especialmente en microondas. El calor puede acelerar la migración del BPA hacia los alimentos, así que lo ideal es utilizar envases de vidrio o cerámica.

También se recomienda optar por botellas de agua de acero inoxidable o vidrio, y revisar que los recipientes plásticos sean realmente BPA-free, aunque, como se explicó, esto no siempre es garantía de seguridad total. En cuanto a los alimentos enlatados, es preferible consumir productos frescos o congelados, ya que muchas latas aún contienen recubrimientos con BPA.

Al comprar tickets o recibos térmicos, es mejor no manipularlos innecesariamente y, si es posible, pedir que no se impriman. En casa, se recomienda ventilar bien los espacios cerrados, evitar aerosoles con químicos potencialmente peligrosos y optar por productos de limpieza ecológicos y sin fragancias sintéticas, ya que algunos pueden contener compuestos relacionados con el BPA.

BPA y legislación: ¿Qué medidas se están tomando?

Diferentes países han adoptado medidas para limitar la exposición al BPA, especialmente en productos destinados a bebés y niños pequeños. La Unión Europea, por ejemplo, prohibió el uso de BPA en biberones en 2011, y desde entonces ha restringido su uso en otros productos alimentarios. Canadá y algunos estados de EE.UU. también han implementado prohibiciones parciales.

Sin embargo, aún no existe una regulación internacional unificada que prohíba el BPA en todos los productos. Muchas restricciones se centran únicamente en ciertos sectores, lo que deja una amplia gama de objetos cotidianos fuera de control. Este vacío legal hace aún más importante que las personas estén bien informadas y tomen decisiones conscientes por su cuenta.

Conclusión: Es hora de eliminar el BPA de tu vida

El Bisfenol A no es una sustancia nueva, pero cada vez hay más consenso científico sobre sus riesgos para la salud humana. Su capacidad de alterar el sistema hormonal, junto con su presencia generalizada en la vida moderna, lo convierte en un enemigo invisible pero persistente.

Reducir la exposición al BPA no es imposible, pero requiere atención, conciencia y pequeños cambios en los hábitos diarios. Optar por alternativas más seguras, como vidrio, acero inoxidable o plásticos verdaderamente libres de tóxicos, es un paso importante hacia una vida más saludable. Además, presionar para que las políticas públicas sean más estrictas en materia de regulación química también puede marcar la diferencia.

En una época donde muchas enfermedades modernas parecen tener causas multifactoriales, no podemos subestimar el papel que juegan los contaminantes ambientales y los disruptores hormonales. El BPA, con toda su historia y su impacto, es un claro ejemplo de cómo una sustancia aparentemente inofensiva puede tener consecuencias profundas a largo plazo.

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